Cavernícolas con Only Fans


Uno de los grandes debates que trajo el nuevo Gobierno Nacional fue el de la quita de subsidios al arte. 
Muchas personas usan los términos arte y cultura como sinónimos y esto, aunque de uso extendido, no deja de ser un error. De hecho es tan común que hasta los gobiernos suelen equivocarse al llamar ministerio o secretaría "de cultura" al área que se ocupa de cuestiones artísticas.

Desde ya que se puede definir la palabra cultura de muchas maneras, pero para lo que nos interesa en esta nota podríamos tomar la tercera acepción del diccionario de la RAE, que dice así: "Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.".

Vemos entonces que la cuestión no se ciñe solamente a las expresiones artísticas, sino también a otros ámbitos de la vida, como por ejemplo el laboral. ¿Quién no ha escuchado hablar de la cultura del trabajo o la cultura del esfuerzo?

Sin embargo la asociación única que gran parte de la sociedad tiene de la palabra cultura con el arte, ha hecho que a través de los años algunos artistas se hayan arrogado ser ellos los "representantes de la cultura". Hemos escuchado por todos lados en estos últimos meses aquello de "quieren desfinanciar la cultura" o "tal gobernante odia la cultura".

Por eso es importante explicar que lo que en realidad se quitan son subsidios a los artistas, no a la cultura. En general la reacción de estos ex beneficiarios es enojarse y denunciar un supuesto ataque oficial contra el cine, la música o el teatro. Pero no se apunta a eso. Creería que a la mayoría de los argentinos nos gusta y valoramos mucho poder disfrutar películas, presenciar un concierto o ver una obra teatral. Lo que no queremos más es que la plata que nos sacan a la fuerza mediante impuestos se la lleven unos pocos a modo de privilegio. ¿Por qué es más importante financiar a un actor que financiar a un verdulero, si ambos trabajan por la cultura? Uno lo hace por la artística y otro por la gastronómica.

En la vereda opuesta al coercitivo financiamiento estatal, se encuentra el genuino mecenazgo (término derivado de antiguo noble romano Cayo Mecenas) Me refiero a aquellos individuos u organizaciones que  aportan recursos económicos para promover el arte. Algunas personas lo hacen porque encuentran disfrute y valor en el producto final, otras por el estatus que le brinda el propio hecho de ser un mecenas, o incluso otros por puro altruismo. Sea como sea aportan su plata libre y voluntariamente.

Pero no siempre es necesario el dinero para manifestarse artísticamente. Cantar, bailar, dibujar, actuar... todo se puede hacer sin más necesidad que nuestras ganas e impulso interior. De hecho las más antiguas expresiones artísticas se hicieron sin un mango. Pensemos en las pinturas rupestres de La cueva de las manos en la provincia de Santa Cruz, cuya foto acompaña esta nota.

No imagino a los hombres que vivían en esas cuevas quejándose porque no les llegó el subsidio. Simplemente sintieron la necesidad de expresarse y lo hicieron con lo que tenían a mano (literal). Procuraron sus propios recursos para transmitirle su mensaje a los demás. ¡Y vaya que lo hicieron! Se estima que las imágenes más antiguas son del año 7350 antes de Cristo y aún hoy podemos disfrutarlas.

Afortunadamente en la actualidad los cantantes, actores y demás, cuentan con una moderna forma de mecenazgo a través de internet. Plataformas como Cafecito o Patreon permiten a los artistas ser financiados por aquellos que valoran lo que hacen. Hay numerosos ejemplos de personas que incluso hoy en día logran vivir de este tipo de financiación colectiva conocida como "crowdfunding". 

Incluso la plataforma Only Fans, famosa y polémica por tener mayormente contenido pornográfico, cuenta con una gran cantidad de comediantes, músicos y hasta profesores de fitness ajenos a aquel mercado, que la utilizan con otros fines como financiar su trabajo con suscripciones de pago.

La protesta de los artistas por la pérdida de los subsidios estatales es fácilmente rebatible con un argumento moral: en un país con la mitad de su población en la pobreza hay que poner prioridades. Nadie está en contra de su música, su cine, ni su teatro. Pero sí somos muchos los que estamos en contra de que se otorguen privilegios infundados con la excusa de que los artistas son los únicos que representan la cultura nacional.

Por Tincho Lehmann (@tincholehmann)
Foto: Richard Riveiro

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